Apetitos afilados. Dientes entonados. Oídos hambrientos.

viernes, enero 09, 2009

Que 50 años no son nada

Si no fuera porque lo leí el domingo pasado en el suplemento dominical de El País, no me habría enterado. No es que tenga mucha importancia, pero siempre es un buen momento para reivindicar uno de los instrumentos de gozo más eficaces de la música: Kind of Blue, de Miles Davis, cumple 50 años.

El reportaje del EPS (indescriptible la alegría que sentí al ver que dedicaban espacio a la música en esta revista, y más al jazz) estaba firmado por Diego Manrique, lo cual significa calidad, rigor y anécdotas suculentas. Como aquella con la que empieza: en una recepción en Washington a finales de los 80, Miles se presentó con una vestimenta bastante hortera, por lo que una mujer poco informada le preguntó qué méritos tenía para estar allí. "Bueno, he cambiado el rumbo de la música cuatro o cinco veces. ¿Qué ha hecho usted para estar aquí, aparte de ser blanca?", fue su respuesta.

No era un virtuoso, pero sí un hijo de puta. No hay mucha gente que hable especialmente bien de Miles. Tampoco se podía decir que fuera tiránico, pero tenía una personalidad tal que consiguió que varios de los mejores músicos de jazz de la historia, gente que no podría aceptar otra denominación que la de frontmen, como Bill Evans o John Coltrane (Cannonball Adderley y Paul Chambers también son unos genios, pero su personalidad es más "adaptable"), se juntasen bajo sus órdenes sin considerarse con el derecho a discutir algunas de las resoluciones de su jefe. A Miles no le hacía falta subir la voz para imponerse, igual que no le hacía falta demostrar ante nadie su valía musical. Él, simplemente, tocaba.

Y Kind of Blue, grabado en dos días, casi improvisado, es la piedra angular de su música, una de esas "cuatro o cinco revoluciones musicales", pero más allá de su valor histórico siempre quedará como una colección de canciones en las que el tiempo parece pararse, no tener prisa, y moverse entre la sensualidad y la melancolía. Miles decía que con este disco quería rendir un homenaje a su niñez, recuperarla. Quizá por eso todo es tan sutil, tan aparentemente difuso y nostálgico, pero a la vez cálido, como los recuerdos en nuestra memoria.


5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

La grandeza de este disco es que puede gustar a todo el mundo, no hace falta que tenga ni idea de música (como yo) o ni idea de jazz (como yo) o ni idea de arte (como yo) o ni idea de nada (sí, claro, aprovecho cualquier oportunidad para hablar de mí...).

10/1/09, 21:53

 
Blogger Susu said...

Pues yo me acabo de enterar, al leer este post, del aniversario. Muchas gracias por recordarlo.
Estoy de acuerdo contigo, y me ha encantado la descripción de "entre la sensualidad y la melancolía". Siempre me ha parecido algo así "Kind of Blue".
Desde luego, una obra de arte que todos deberíamos enmarcar y adorar en nuestras casas.

16/1/09, 12:43

 
Anonymous Anónimo said...

Explicas las cosas y así las tienes luego de claras. Qué suerte.

20/1/09, 18:03

 
Blogger oknok said...

...yo no lo he escuchado, pero ahora lo haré. Panthalasa, de Miles, es uno de mis discos preferidos. Digo uno de ellos, pero la verdad es que no me canso de escucharlo, siempre me parece genial, y hay pocos que lo consigan. Gracias Milton...

24/1/09, 3:53

 
Blogger oknok said...

hey, se me ha quedado firmado con el mail de la Asociación, bueno, un saludo! Ingrid (hiperboreana)

24/1/09, 3:54

 

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