Apetitos afilados. Dientes entonados. Oídos hambrientos.

martes, abril 22, 2008

Paraísos en la oreja

Las músicas de playa podrían pasar a ser un género propio. O varios: depende de la playa. En Benidorm es evidente que cualquier cosa que no suene a canción del verano o house machacón de madrugada está fuera de lugar. Además, Benidorm está demasiado cerca. No es lo mismo que, por ejemplo, las islas Seychelles.

Ni que decir tiene que estar en una playa paradisiaca es mejor que imaginársela. Pero si algo estimula la música en mi malsana cabeza es la imaginación. Y creo que no soy el único: ya antes de La playa (peli que a mí me gustó, y si hablamos sólo de la primera mitad, me encantó) uno podía asociar Porcelain de Moby con algo parecido al cielo, cosa de lo que se aprovechó, para nuestra desgracia, alguna cabeza creativa de TVE para colocarla en todas sus ráfagas y vulgarizar las aspiraciones de toda una generación que soñaba con dejar sus trabajos de mierda y trasladarse a vivir a un lugar en el que no dar un palo al agua, follar todo el día y sentirse realizado pescando pececillos.

Otra de estas músicas del paraíso es la bossa nova. Si el tropicalismo de Gilberto Gil, por ejemplo, es una borrachera sensorial más propia del Carnaval de Rio o de su costa atestada de gente, la sobriedad de Joao Gilberto (y Stan Getz cuando le daba por bajarse al sur) transporta a calas imaginarias donde dejarse llevar por una soledad liberadora y la sensación de que el tiempo, lejos de volverse loco, parece que se ha quedado aparte, simplemente se ha desvanecido. De todas formas, esta separación no existe en la realidad: Gilberto Gil toca temas intimistas y Joao Gilberto hizo alguna que otra versión demasiado grandilocuente de clásicos como Manha de carnaval como para ser feliz dentro de sus notas.

Parece que Ibiza fue ayer y todo eso del chill out ya no nos invade, aunque el sueño sigue estando ahí. Desde que New Order (¿o eran Happy Mondays?) se pusieran hasta el culo de todo con la excusa de grabar un disco, o puede que gracias a Madonna, la fama de la islita como el lugar donde los deseos se hacían realidad no hacía más que crecer. Y los 90 fueron suyos, ya sabemos la historia. Sin embargo, el chill out, una versión hedonista de la new age –otro de mis pecados musicales: me encanta la música new age-, con alguna que otra excepción, siempre me ha parecido que promete más de lo que da. La mayoría de chill out me parece chabacano, de garrafón, con raras excepciones, a las que, quizá por pudor, sus autores no se atreven a calificarlas como tal. Hubo una época en que todo era chill out, y tanto fue el cántaro a la fuente que se rompió: ahora el mundo entero lo denosta.

Sin embargo, yo le tengo cierto cariño a esa palabra, y aunque Christian Fennesz seguro que me arrancaría la cabeza de un muerdo, me atrevo a llamar a su electrónica minimalista con esa acepción. Sin embargo, el autor –o su discográfica- juegan con los mismos elementos: la portada del Endless Summer (título ibicenco por excelencia) es un atardecer de esos que parecen eternos. Su música (hay algunos que no la calificarían como tal), para dejarse llevar.

¿Y Panda Bear? Lo suyo es distinto, pero, sin que sea algo negativo, su Person Pitch recuerda en ciertos momentos a la world music de los 90. No siempre se tienen que manejar las mismas influencias, ¿verdad? Y Panda Bear las tiene de las más insospechadas, toda una corriente de aire fresco para sus paraísos psicodélicos, playas coloridas en las que te puedes encontrar, imaginándolas, los objetos más insólitos, sin que desentonen con el ambiente. O simplemente puedes dejar que esa frescura te acaricie los oídos.

Otra confesión, otro pecado sonoro: me gustan Chambao. O puede que no y solo sean las ganas de epatar al personal: una vez me bajé sus discos y no los escuché con demasiado interés. Pero les tengo mucho cariño a varios singles suyos que ponía un verano que hice prácticas en la radio: en lugar de estar en un cubículo inmundo que se caía a cachos me largaba a… tomar por culo, no sé, muy lejos de allí.

Para eso sirve la música, ¿no?





2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Marcos, sabemos que esto tiene menos lectores que mi último libro, pero tus intentos por provocar al personal no van a remediarlo... Pase lo de la new age y lo del chill out, porque eres un poco especial, pero Chambao... No puedo remediarlo, la fusión flamenquita me pone de los nervios.

Por lo general, soy poco de música de playa (aunque a mí también me gustó mucho la peli). Si me tengo que quedar con una estampa playera, elijo una playa del norte en invierno, vacía y con, pongamos, Mus de fondo. Sí, soy muy típico y poco dado a epatar.

24/4/08, 17:56

 
Anonymous Anónimo said...

Efectivamente, la música sirve para eso. Pero empiezo a sospechar que tu cerebro procesa los sonidos de una forma particular. Si no tienes capacidad discriminatoria, nada te parecerá malo y al final, te quedan un par de años, nada te parecerá bueno.

25/4/08, 13:46

 

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