Pequeños clásicos
El EP era una modalidad de música que hasta hace bien poco había despreciado vilmente. Creía que era un género que sólo había tenido vigencia antes de la existencia del CD, por una pura cuestión material del vinilo y que no tenía que ver con la música. Era, por así decir, algo menor. Además, a mi favor jugaba el hecho de que muchas de las canciones incluidas en los EP’s aparecían en el siguiente largo de la banda en cuestión. Un artista tenía que jugarse el tipo en un LP, y cuanto mayor fuera la duración, mejor: lo ideal eran los 60 minutitos de música (cosa que rara vez alcanzan los grupos actuales). De hecho, creo recordar que el único EP que había escuchado hasta hace bien poco era el famoso Medusa, de Los Planetas.
Pero hete aquí que, de un tiempo a esta parte, me he hallado por casualidad escuchando EP’s. No sé con cuál comenzó esta afición: quizá no empezó con ninguno, sino por la sana costumbre completista que tengo con ciertos grupos (pocos). El primero que se me viene a la memoria ahora mismo es el Joanna Newsom & the Ys Street Band, nombre que además deja entrever que la pequeña elfa arpista también tiene sentido del humor. Y me pareció una cosa deliciosa, algo así como las bagatelas de Beethoven, que vale que son obras menores, pero ¡vaya obras menores, señora! Tres canciones, incluyendo una versión monumental de Cosmia, me hicieron caer en la tentación. Sin saberlo.
También por las mismas fechas, es decir, más o menos un año, disfruté por primera vez de otro EP, esta vez un clásico a la altura de cualquier disco de la banda y que además tenía la virtud de ser seminal: el Spiral Scratch de Buzzcocks. Y me di cuenta de que el formato esencial de estos punkpoperos era el easy play.
De un tiempo a esta parte, un puñado de EP’s han ido cayendo, y además de ser mejores que algunos discos largos de sus autores, también tienen sentido propio, como el Nuclear war de Yo La Tengo, cuatro versiones de un tema de Sun Ra que no he escuchado (y que me da pereza hacerlo: deduzco que los de Nueva Jersey se han pasado la original por el forro). Otro que ahora endulza mis oídos es People, parido hace dos años por Animal Collective, grande, muy grande. Algo menor, pero sin duda curioso, sobre todo porque no era capaz de imaginar a Cansei de Ser Sexy versioneándoles, es el Friend de Grizzly Bear.
Suma y sigue: a Tom Waits pongo por testigo de que jamás volveré a despreciar un EP.
2 Comments:
Milton Malone, parece que nos hemos quedado solos en la escena hipopotámica. Confieso que nunca he tenido un EP, que me compré un walkman cuando todo el mundo iba con CD y que empecé con él cuando ya todo el mundo tenía mp3. Confieso que en mi casa había cuatro discos, y que ahora, más allá del cuartes materno y paterno, descansan unos cuantos más. Pero sigo recordando más música de la que escucho. Comentario inimportante. Sólo quería decir que parece que nos hemos quedado solos en el charco de los hipopótamos. Seguimos pues. Por cierto, te animo a que agarres una revista y empieces a escribir sobre música, aunque sin dejar la hipopotamoesfera... saludos!
7/3/08, 13:29
Ingrid, aunque seamos los únicos hipopótamos que nos hemos quedado en la charca, seguiremos con nuestra labor. Recuerdo que mis dos primeros años en la universidad iba en el autobús con el walkman de mi hermano escuchando maravillosos casettes: en la cara A el Kid A de Radiohead, en la B, el Dark side of the Moon de Pink Floyd. Unas navidades me regalaron un discman que me duró dos años y en quinto ya disfruté de un mp3, pero la música siempre ha estado ahí. Después de todo, el único legado musical de mis padres fue un casete de jotas extremeñas...
Por aquí seguiremos chapoteando :)
7/3/08, 18:44
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