Apetitos afilados. Dientes entonados. Oídos hambrientos.

sábado, enero 19, 2008

La máquina de bailar

Nunca he dicho que no me gustara LCD Soundsystem. Es más, su hitazo Daft Punk is playing at my house siempre me pareció brutal. Sin embargo, el disco, no sé por qué, se me atragantaba: canciones de baile que normalmente superan los 6 minutos... mal vamos.


Pero conseguí el Sound of silver. Lo escuché un par de veces nada más y me dije: bueno, no están mal, pero definitivamente no son mi grupo.


Luego los vi en el Summercase. Puede que sea el mejor concierto al que haya asistido (vale, ahí también estaba PJ Harvey, que me dejó anonadado: ella sola con guitarra y el escenario, el público y todo lo que quisiera era suyo; lástima que el ruido de las otras carpas se metiera en esta afeando un poco el resultado final, pero aún así fue un concierto antológico), una máquina perfectamente engrasada (el batería clavaba el tempo milimétricamente, ¡menudo crack!) y un líder, James Murphy, que, contrariamente a su apariencia de gordito pringado, desprendía un carisma y una presencia en el escenario que pocas veces he visto. Un directo tan arrollador que ¡¡hubo bises!! ¡¡En un festival!! Eso sí, Murphy dijo, amablemente, que nos teníamos que quedar a ver a los siguientes, que eran 2 many dj's.


Pero en disco seguían sin convencerme (si es que me puse de nuevo su disco más allá de New York I love you but you're bringing me down): grandes en directo, sosos en disco. Un colega me pasó 45:33, una especie de EP (con la duración de un LP) que habían hecho para una cosa de Nike y Apple, como música para correr o algo así. Lo puse una vez, no estaba mal pero me parecía denso.


La semana pasada saltó un pensamiento de casualidad: ¿y si me pongo otra vez el Sound of Silver, a ver qué pasa? Quizá empujado por los buenos resultados que cosechaba en las listas de "lo mejor de" de todas las revistas. Y no entiendo cómo me pudo pasar tan desapercibido: ahora esas canciones de casi nueve minutos me dan un subidón tremendo, me parecen una explosión de fiesta y alegría y cachondeo y ganas de bailar y de pasarlo bien, y no he parado de escucharlo desde ese momento. Esta mañana me he puesto de nuevo el 45:33 y me parece muy bueno, grande.


Gracias, James Murphy. Me has hecho ver que ni yo mismo me entiendo.