Apetitos afilados. Dientes entonados. Oídos hambrientos.

domingo, julio 23, 2006

Tirad sobre el guitarrista

Hay dos clases de aficionados a la guitarra: los que se aprenden unos cuantos acordes para tocar las canciones que les gustan y los que se aprenden un montón de escalas para demostrar los buenos que son. Qué duda cabe que los mejores son los primeros, porque si hay algo que beneficie a la música es la sinceridad a la hora de tocar.

Como guitarrista, yo soy una rara avis. Sé algo más que unos cuantos acordes pero no tengo a la guitarra como fin último. Y es que la gran mayoría de aficionados "serios" a la guitarra está cortados por el mismo patrón, ponen antes la guitarra que la música, y una canción sin un solo es tiempo desperdiciado. Sólo existe una verdad, la de los grupos que hacen alardes técnicos, virtuosismos y aparentes complejidades. Obvio decir que el pop para ellos es algo despreciable, ya que los únicos sentimientos que se pueden expresar son la rabia contra el sistema de los grupos metal o el mundo psicodélico de los progresivos, o los dos juntos. Lo importante: alardes técnicos, escalas raras, canciones largas, muchos acordes. La música, como digo, está en un segundo plano. Porque no se dan cuenta de que ésta es como las matemáticas: la ecuación más bella es siempre la más sencilla.

miércoles, julio 12, 2006

Adios iPop

Pues ha durado bien poco. iPop era la apuesta de TVE para recuperar la buena música en televisión y ya tiene fecha de caducidad. Sinceramente, es un programa que apenas he podido seguir, pero recuerdo que su aparición me hizo albergar algunas esperanzas para con la tele pública, la de todos. Por lo que poco que he visto y lo que he oído, iPop es un programa muy digno y muy necesario. El problema: que su audiencia ronda los 300.000 espectadores. Así que a mediados de septiembre Ordovás y compañía cierran el chiringuito.

En una frase muy poco afortunada, recuerdo haber dicho al poco tiempo de la victoria electoral del PSOE, que daba mi voto por bien utilizado si el Gobierno conseguía hacer de TVE algo parecido a lo que en mi opinión debería ser. Y la cosa no empezó mal. Renovación en los informativos, algún programita de debate político... Y se acabó. Al final, Caffarel retorna a lo de siempre. A la caspa, a los Morancos, a las cutreseries, a los concursos que no evolucionan desde los 70... Menuda apuesta por la tele de calidad (ese concepto que en algún sitio debe existir, yo no lo he visto con mis propios ojos).

Lo peor es que parece que van a extender a La 2 la política de La Primera. La de: "hacemos un programa nuevo y le damos dos semanas para que se convierta en un bombazo y, como va a ser que no, nos lo cargamos". Si se reserva la segunda cadena para la programación "de calidad", ¿por qué tanta preocupación por las audiencias? ¿Por qué tienen que funcionar comercialmente unos programas sí y otros no? Yo estoy seguro de que las misas de los fines de semana o el divertidísimo programa Parlamento no tienen más audiencia que iPop. Pero son necesarios, son un servicio público. ¿Cuándo se darán cuenta de que la cultura (y sí, la música lo es) también debe estar en la tele para beneficio de los ciudadanos?

viernes, julio 07, 2006

Hollywood en la Rusia romántica

Mi primera gran pasión musical fueron las bandas sonoras. Una música que te permitía sentirte dentro del filme, ser el protagonista y vivir las mismas aventuras que los personajes. Partes rápidas que se identificaban con escenas de acción, otras más evocadoras que remitían a los momentos tranquilos, o las historias de amor, música épica o intimista, solemne o divertida, que te iba contando una historia. Además, las bandas sonoras también me permitieron descubrir la música clásica y sus piezas más famosas (la mayoría de ellas gracias a formar parte de la propia banda sonora), Wagner, Orff, Ligeti, Strauss... se integraban perfectamente en el discurso de la película. Pero, la mayoría de las veces, debido a que se extrae un fragmento de una obra para integrarla dentro de la música y de las imágenes creadas a su alrededor, se recontextualiza esa música. Y esa asociación queda bien.

Mussorgski es el caso contrario. Ahora no recuerdo haberle escuchado en una película (miento: el martes, horas después de escribir este texto, vi Desmontando a Harry y se escuchaba el comienzo de Noche en el monte pelado), aunque seguro que ha sido utilizado más de una vez. Sin embargo, hay una obra de este ruso decimonónico, muerto antes de la aparición del cine (en 1881; nació en 1839), que tiene una estructura cinematográfica perfecta: Cuadros de una exposición, sobre todo en la orquestación de Ravel de 1922, la más famosa.

La obra está dividida en 15 movimientos o secuencias, que, aunque en un principio no pretenden narrar una historia -Mussorgski sólo pretendía homenajear a un amigo pintor que acababa de fallecer traduciendo musicalmente los cuadros que aparecían en una exposición póstuma del artista, y de ahí el título de la obra), tiene todas las características emocionales de una película de aventuras hollywoodiense. El primer movimiento es un Paseo, que pretende ilustrar el camino que realiza el espectador entre cuadro y cuadro. Así, este paseo se irá intercalando entre los otros movimientos, los "cuadros". Sin embargo, el paseo también cumple una misión cinematográfica imprescindible: va introduciendo al espectador-oyente en el meollo, Indiana Jones dando clase en la universidad poco antes de que le manden a buscar el Arca Perdida. Estos paseos, a medida que transcurre la obra, se irán volviendo más misteriosos, más oscuros, simbolizando el progresivo abandono de la cotidianeidad y la intrascendencia del mundo anterior del protagonista, hasta no quedar ni rastro de ellos cuando los personajes (y el espectador-oyente9 se han hundido por completo en la historia, no hay vuelta atrás.

Pero no sólo por los paseos tiene estructura cinematográfica, sino que Cuadros de una exposición contiene y mezcla de manera ejemplar los componentes de una película de aventuras: misterio, acción, humor, anécdotas que descarguen la tensión, solemnidad y trascendencia, bonitos paisajes y un apoteósico final que deja al espectador-oyente clavado en el asiento hasta después de los títulos de crédito.

Y así, esta obra de Mussorgski, que era un alcohólico al estilo fordiano, construida a base de retazos independientes y un pequeño hilo conductor, aparece como una narración sólida y sin fisuras sólo por asociación en el tiempo, creadora de imágenes mentales poderosas y coherentes como la propia música. Los psicólogos de la Gestalt deberían tenerla en un pedestal.

lunes, julio 03, 2006

La edad dorada

No hace mucho tiempo estuvieron reponiendo en La 2, de madrugada, el programa La edad de oro, un hito en la televisión musical, que vivió durante la primera mitad de los ochenta y nos mostró en directo a los grandes (y no tan grandes) artistas del momento: Tom Verlaine, The Residents, Durutti Column, Aviador Dro... Estaba viendo una de esas reposiciones y pensando en los buenos viejos tiempos cuando empezó a hablar la presentadora, muy conocida pero de cuyo nombre no me acuerdo: no he oído decir mayores tonterías en un espacio musical televisivo (aunque puede que sea porque en los otros espacios musicales sólo dicen banalidades). Aunque el plantel de artistas y las actuaciones en directo eran de lujo.

Una edad dorada similar la vivió el Tentaciones, suplemento de cultura joven de El País, hace un año más o menos fue sustituido por el EP3. Hubo una época, desde mediados a finales de los 90 e incluso entrada ya la nueva década, en que el Tentaciones era considerada una publicación de prestigio, cualquiera que entendiera de música declaraba leerlo, era un buen aparato de información escrita semanal sobre lo que verdaderamente nos interesabe, aunque en esa época yo todavía era muy joven para verlo así. Hace unos años devino, sin embargo, su degradación: informaba cada vez más de tonterías, dedicando más espacios a las típicas cosas insustanciales con que se rellenan las publicaciones que van muriéndose poco a poco, hasta llegar al cénit de la indecendia y la comercialidad al dedicarle una portada al próximo -en aquel entonces- fenómeno del reaggeton. Más bajo no podía caer. Claro que para caer más bajo ya está el EP3, que ahonda en las tonterías del Tentaciones acompañado de una estética más moderna y más vacía, en la que la información es solamente un accesorio y lo estúpido se expande a través de sus páginas.

Hubo épocas doradas, pero sólo nos damos cuenta de ello cuando se acaban.