Apetitos afilados. Dientes entonados. Oídos hambrientos.

viernes, julio 07, 2006

Hollywood en la Rusia romántica

Mi primera gran pasión musical fueron las bandas sonoras. Una música que te permitía sentirte dentro del filme, ser el protagonista y vivir las mismas aventuras que los personajes. Partes rápidas que se identificaban con escenas de acción, otras más evocadoras que remitían a los momentos tranquilos, o las historias de amor, música épica o intimista, solemne o divertida, que te iba contando una historia. Además, las bandas sonoras también me permitieron descubrir la música clásica y sus piezas más famosas (la mayoría de ellas gracias a formar parte de la propia banda sonora), Wagner, Orff, Ligeti, Strauss... se integraban perfectamente en el discurso de la película. Pero, la mayoría de las veces, debido a que se extrae un fragmento de una obra para integrarla dentro de la música y de las imágenes creadas a su alrededor, se recontextualiza esa música. Y esa asociación queda bien.

Mussorgski es el caso contrario. Ahora no recuerdo haberle escuchado en una película (miento: el martes, horas después de escribir este texto, vi Desmontando a Harry y se escuchaba el comienzo de Noche en el monte pelado), aunque seguro que ha sido utilizado más de una vez. Sin embargo, hay una obra de este ruso decimonónico, muerto antes de la aparición del cine (en 1881; nació en 1839), que tiene una estructura cinematográfica perfecta: Cuadros de una exposición, sobre todo en la orquestación de Ravel de 1922, la más famosa.

La obra está dividida en 15 movimientos o secuencias, que, aunque en un principio no pretenden narrar una historia -Mussorgski sólo pretendía homenajear a un amigo pintor que acababa de fallecer traduciendo musicalmente los cuadros que aparecían en una exposición póstuma del artista, y de ahí el título de la obra), tiene todas las características emocionales de una película de aventuras hollywoodiense. El primer movimiento es un Paseo, que pretende ilustrar el camino que realiza el espectador entre cuadro y cuadro. Así, este paseo se irá intercalando entre los otros movimientos, los "cuadros". Sin embargo, el paseo también cumple una misión cinematográfica imprescindible: va introduciendo al espectador-oyente en el meollo, Indiana Jones dando clase en la universidad poco antes de que le manden a buscar el Arca Perdida. Estos paseos, a medida que transcurre la obra, se irán volviendo más misteriosos, más oscuros, simbolizando el progresivo abandono de la cotidianeidad y la intrascendencia del mundo anterior del protagonista, hasta no quedar ni rastro de ellos cuando los personajes (y el espectador-oyente9 se han hundido por completo en la historia, no hay vuelta atrás.

Pero no sólo por los paseos tiene estructura cinematográfica, sino que Cuadros de una exposición contiene y mezcla de manera ejemplar los componentes de una película de aventuras: misterio, acción, humor, anécdotas que descarguen la tensión, solemnidad y trascendencia, bonitos paisajes y un apoteósico final que deja al espectador-oyente clavado en el asiento hasta después de los títulos de crédito.

Y así, esta obra de Mussorgski, que era un alcohólico al estilo fordiano, construida a base de retazos independientes y un pequeño hilo conductor, aparece como una narración sólida y sin fisuras sólo por asociación en el tiempo, creadora de imágenes mentales poderosas y coherentes como la propia música. Los psicólogos de la Gestalt deberían tenerla en un pedestal.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No puedo estar más en desacuerdo con el texto. No sólo por mezclar a Mussogorsky con Indiana Jones (hay que tener valor), sino por tratar de dotar a la música de una intención narrativa. ¡No, la música también no! Déjanos escucharla sin tener que seguir tramas, sin novelerías, simplemente sentirla, sin el deber de analizarla.

12/7/06, 16:53

 
Anonymous Anónimo said...

Recuerdo que en el colegio me pusieron música de un tal Mussorgsky. Yi nunca había oído hablar de él,pero me pusieron Cuadros de una exposición, y desde entonces se convirtió en uno de mis clásicos imprescindibles. Noche en el monte pelado me encanta, es de mis temas favoritos

P.D. Pierrot bastardo, no me escribes en el blog y si al julay este

12/7/06, 19:55

 
Blogger Milton Malone said...

Francés, precisamente son los románticos los que más dotan a la música de intención narrativa. Uno de los méritos de tus deplorados vanguardistas fue el de volver a valorar la música como algo abstracto y no como expresión narrativa o de sentimientos.

18/11/06, 1:48

 

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