Tirad sobre el guitarrista
Hay dos clases de aficionados a la guitarra: los que se aprenden unos cuantos acordes para tocar las canciones que les gustan y los que se aprenden un montón de escalas para demostrar los buenos que son. Qué duda cabe que los mejores son los primeros, porque si hay algo que beneficie a la música es la sinceridad a la hora de tocar.
Como guitarrista, yo soy una rara avis. Sé algo más que unos cuantos acordes pero no tengo a la guitarra como fin último. Y es que la gran mayoría de aficionados "serios" a la guitarra está cortados por el mismo patrón, ponen antes la guitarra que la música, y una canción sin un solo es tiempo desperdiciado. Sólo existe una verdad, la de los grupos que hacen alardes técnicos, virtuosismos y aparentes complejidades. Obvio decir que el pop para ellos es algo despreciable, ya que los únicos sentimientos que se pueden expresar son la rabia contra el sistema de los grupos metal o el mundo psicodélico de los progresivos, o los dos juntos. Lo importante: alardes técnicos, escalas raras, canciones largas, muchos acordes. La música, como digo, está en un segundo plano. Porque no se dan cuenta de que ésta es como las matemáticas: la ecuación más bella es siempre la más sencilla.