Apetitos afilados. Dientes entonados. Oídos hambrientos.

lunes, febrero 27, 2006

Cultura del saqueo

Todo empezó con el sampler. Un trozo, a veces irreconocible, de canción, de diálogo de una película, de programa de televisión, para introducir un tema, para crear una ambientación. Algunos se llevaron las manos a la cabeza: esto será el fin de la originalidad. El hip hop ha usado profusamente del sampler para crear un mundo nuevo, una cultura musical posmoderna. Pero esto se ha hecho toda la vida: John Coltrane y Ornette Coleman eran devotos de la tradición, querían rendir tributo a sus maestros y a base de intentar parecerse a ellos desarrollaron un estilo totalmente personal (e imitado hasta la saciedad) que supuso la revolución musical más profunda de mitad de siglo.


El sampler es una herramienta peligrosa: efectivamente, se puede utilizar para ocultar la falta de creatividad. Sin embargo, hay artistas (sí, artistas) que en su empeño de homenajear a sus antepasados y de colocarles en el lugar que realmente se merecen han creado toda una dimensión musical nueva, profundamente enraizada en la cultura del saqueo y en un profundo amor por la música. Tanto Endtroducing como The private press son discos completamente "reciclados", generados a través de la búsqueda y extracción de fragmentos musicales que, unidos, han encontrado un lenguaje nuevo. Josh Davis, más conocido como Dj Shadow, demuestra en estos dos discos su profunda cultura musical (es decir, cultura del vinilo), su pasión por honrar a los que llenaron sus oídos de tan buenos momentos y su gran oído y talento creador. Partiendo de una concepción totalmente personal del hip hop trasciende los géneros más heterogéneos para proporcionarnos (gracias, Josh) una experiencia musical tan auténtica como recreada.

Ahondando más en la cultura del saqueo, desde la admiración pero también la irreverencia y la ironía, surge el bootleg: ¿quién habría soñado con unir el Smack my bitch up de Prodigy con el Sexx Laws de Beck? 2 many dj's, proyecto paralelo de los belgas Soulwax, o lo que es lo mismo, los hermanos Dewaele, están empeñados en reformular las reglas de los géneros musicales y de la creación musical misma a través de la unión de los más dispares sonidos, reconocibles o no, como si pudieran dar a conocer toda la historia de la música popular en una sola sesión, eso sí, llena de beats, guiños electrónicos y la sana intención de hacernos bailar y reír (quizá no en ese orden) y sorprender nuestros ya viejos oídos en su empeño recopilador.

Hoy, más que nunca, el futuro está en el pasado. El verdadero futuro.

viernes, febrero 24, 2006

Compromiso de publicidad


Pasa que a veces disfrutas tanto con un grupo, que adquieres una especie de compromiso con él. Esa especie de obligación que todos sentimos a veces de publicitar una banda, porque se lo merecen, o porque nos reconforta el saber que hay más gente (pero no demasiada) a la que gustan las mismas cosas que a nosotros.

Por eso, ahora que podemos mirar al pasado año con un poco más de criterio (más incluso del que habitualmente tenemos los Hipopótamos), es obligatorio recodar, reivindicar, publicitar a The National y su Alligator, uno de los discos de 2005 en la prestigiosa lista que elabora sin que nadie se lo pida la pila de cds que se amontonan sobre mi escritorio, en la que sólo unos pocos se mantienen cerca de la superficie, mientras el resto se hunde bajo los que van llegando, más nuevos y brillantes.

Porque The National se lo merecen y porque necesito que me reconforten. Supongo.

domingo, febrero 12, 2006

Eucaristía del jazz

Esta tarde, pensando en olvidarme por un rato del examen de mañana, he ido a un concierto de jazz en el teatro de mi ciudad.

No es la primera vez que voy a un concierto de jazz, pero sí la primera en un teatro. No éramos muchas las personas que esperábamos entrar. Un domingo por la tarde, gente viendo el fútbol y nosotros aquí, quizá no más de treinta personas en una ciudad de más de cien mil cabezas, en un teatro de cientos de aterradoras plazas, de asientos vacíos.

La música que suena en el teatro antes del concierto es, por supuesto, jazz. Jazz que baja de las nubes, desde el oscuro techo que se divisa encima de nosotros, donde se crean las notas. Detrás de mí habrá apenas dos o tres personas, y eso que estoy en la quinta fila (las dos primeras cuestan más caras y apenas hay gente, imaginaos cuántos éramos). Miro a mi alrededor, y el temor se apodera de mí: la sala desprende una tenebrosa frialdad. Conozco esa sensación, la puedo vivir aunque yo no sea un músico profesional dedicado a deambular de aquí para allá vendiendo mi arte a unos oídos ajenos. Ese vacío aterra al músico.

Salen los cuatro componentes, y hay un silencio hasta poco antes de que se coloquen en sus puestos, cuando alguien se ha dado cuenta de que este es uno de esos momentos en que toca aplaudir. El público lo es todo, sentirse arropado por el público, o ninguneado, el público te maneja a su antojo, ese hipócrita oyente que cree entender el doble de lo que tocas pero no comprende ni la mitad de lo que le das.

Como en una película de terror, se rompe el silencio con una nota de un piano.

La música comienza, sale de los instrumentos, de los altavoces allá arriba, se pierde por esas profundidades aéreas, viaja por todo el fondo del teatro, ese fondo vacío y oscuro y frío, llega hasta nuestros oídos. Se podría palpar el nerviosismo, el "pero qué hago yo aquí", el "a los diez años ya tenía el título de profesor titular de piano, interpretaba las sonatas de Beethoven y heme en este insípido lugar tocando para un puñado de curiosos suburbanos". Pero la música sigue.

Y vaya manera de seguir. Vaya entrega, vaya emoción, vaya arte. Horacio Icasto y sus chicos rompen el frío de sala, la reducen a un cálido bar donde puedes palpar el sudor de las interpretaciones, te llevan hacia mundos extraños, hacia el salón de tu casa, donde puedes vibrar y reír y marcar el ritmo con todo tu cuerpo. Sorprenden, maravillan, se compenetran de manera perfecta, se escapan y se vuelven a encontrar y lo celebran y nos lo hacen celebrar a nosotros. Noan Shaye salta y siente a la batería, juega con ella, le saca todos los sonidos que le puede sacar a todos los estilos que ha escuchado desde pequeño y más, y desde la derecha del escenario nos lleva hacia profundidades polirrítmicas. Victor Merlo al contrabajo canta hacia vertiginosas locuras, da alegría y seriedad cuando se requiere, es sobrio y desenfadado si la canción lo pide. Román Feliu ha comenzado recibiendo de cara, puesto que el saxo es siempre el frontman, el que se enfrenta más directamente al público, toda la frialdad de un escenario que no se esperaba tales fogonazos de MÚSICA, ha sabido ofrecerse e infundirnos calor a todos con sus ecos a Coltrane y a los grandes saxofonistas del pasado, a los colosos míticos. E Icasto, al piano, dirige y calla y enloquece y se levanta del piano, pisa fuerte las teclas, siente y siente y siente.

Vaya manera de entregarse, vaya calores, vaya ritmo desenfrenado y sutilezas y aprovechamiento de todos los recursos musicales. Pura música, puro arte, puro jazz.

sábado, febrero 11, 2006

La máquina vuelve a funcionar

¿Os acordáis?

Allá por mediados de los 90,cada mes salía un grupo destinado a ser referente de los próximos años.Por supuesto,ésto era sólo una exageración.Pero gracias a ello disfrutamos de grupos tan tremendos (y efímeros) como Elastica,Echobelly,The Boo Radleys,The Bluetones...(además de los obvios hermanos unicej-Oasis-y su guerra con Blur...)

Pues esa máquina,la que sacaba "next big thing" por semana vuelve a funcionar,para nuestro disfrute y regocijo.Y,como entonces,sólo el tiempo dirá quienes sobrevivirán y quienes se quedarán en el "one hit wonder".Aunque pienso que ésta vez la situación es mas heterogénea,hay mas variedad,y por tanto mas capacidad de resistencia a la saturación...

¿Queréis hacer quiniela?Aquí van algunos de los participantes...
Arctic Monkeys
Editors
Maxïmo Park
Kaiser Chiefs
El Presidente
Bloc Party
The Subways
Franz Ferdinand
Eastern Lane
...

Y suma y sigue...
Veremos que pasa en unos años
Ahora toca disfrutar su momento...


Y,por supuesto,mi apuesta:

miércoles, febrero 01, 2006

Un auténtico montón de mierda

"Los punks lo arruinaron todo. Adoptaron una imagen uniforme. No entendieron nada. Se trataba de ser uno mismo". Lo dice John Lydon en The Filth & The Fury (La mugre y la furia). Y quizá sean estas palabras más sabias que nunca se hayan dicho sobre el punk. Porque el punk nació con los Sex Pistols, sí, pero también murió con ellos. El día en que la primera banda punk entonó el primer acorde punk, el punk murió. No podía ser de otro modo. Al fin y al cabo, inmolarse ante los incrédulos ojos de la industria era su misión.


Oriol Rossell, en ¿Quién mató a Bambi?: punk, o el fin del rock'n'roll tal y como lo conocíamos, en Teen Spirit. De viaje por el pop independiente. Mondadori, Barcelona, 2004.