Tan ciego que no puedo ver
Uno de los pocos grupos españoles que ha conseguido una impronta propia inconfundible en el pop ha sido Chucho. Fernando Alfaro es quizá el tipo que mejor me cae del mundo de la música, y Chucho su mejor carta de presentación, seguramente porque es, de todas sus encarnaciones, la que mejor coincide con mi trayectoria vital, con mi iniciación, o continuación, a la música.
Siempre es buen momento para rescatar a Chucho, sobre todo cuando no había aparecido por el blog todavía. Pero en Jenesaispop ponen a Los diarios del petróleo como uno de los mejores discos de la década, con toda la razón.
Es un disco que tiene el formato emocional de la confesión, es un diario vital. Alguien que utiliza la excusa de un pop luminoso de soleada y fría mañana primaveral para sacar sus demonios a la luz. Uno de los discos más personales que se han hecho en castellano y uno de los que me hacen más feliz.
Es posible, como muchos dicen, que Tejido de felicidad, que nació en 1999, sea mejor. A mí me parece una obra maestra sin duda, pero Los diarios del petróleo tienen esa vocación de compartir intimidad, de obra duradera con intención de permanecer, que lo hace especial. Se puede ser trascendente sin ser pedante, sin llevar por la vida una imagen de torturado profundo.
Quién diría que el pop sirve precisamente para eso.
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