Apetitos afilados. Dientes entonados. Oídos hambrientos.

domingo, noviembre 06, 2005

Tres canciones de otoño

Ya empieza noviembre, ya empieza el frío, ya empieza el otoño. El tópico otoño con sus tópicas canciones tristes, doradas, con aroma de madera mojada. Tres canciones para celebrarlo, que el otoño ha empezado: octubre es un mes en que el cambio está presente, todavía hay energías, en noviembre ya está todo parado, quieto, como una foto antigua.

Serrat suele ser conocido sobre todo por sus letras, por su capacidad para unir palabras. Sin embargo, sus canciones suelen esconder mucho más de lo que aparentan. Balada de otoño es de una tristeza desoladora: 'llueve, detrás de los cristales llueve y llueve'. Pero en otoño todavía luce el sol, por lo que esa pena torna hacia cierta esperanza cuando la canción gira hacia una tonalidad mayor, en el estribillo, un estribillo que se eleva sobre la hojarasca. Si no fuera porque los arreglos de sus canciones se han quedado anticuados (aunque en esta canción no ha sido así), Serrat entraría dentro del templo de los músicos a los que admiro. ¡Ah! Y ese piano solitario del principio, que no sabe a dónde va, duele.

Ramón Trecet, presentador de Diálogos 3, la calificó como 'la más bella canción de tristeza entre las flores': el armenio Haig Yazdjian pone los pelos de punta al comienzo de Yar Ko Parag, cuando comienza a cantar los versos a capella. Sensación que no te abandona durante el resto de la canción. La melodía, la delicadeza de los arreglos, los ecos de lugares silenciosos, ocultos, olvidados pero bellos hacen de ésta una canción difícil de olvidar una tarde de domingo.

Pero la canción otoñal por excelencia fue compuesta en 1969 por un muchacho que vestía de negro y tocaba una guitarra vieja, cantante folk inglés alejado de las manadas hippies, de los urbanitas underground y de los viejos que odiaban el rock. En el primer disco de Nick Drake, Five Leaves Left, se encontraba una pequeña joya que empieza con una guitarra pausada imitando el caer de las gotas de lluvia y acaba en una evocadora orquesta que no resta un ápice al carácter intimista y contemplativo de la canción: River man. Dorada, con aroma de madera mojada, sus estrofas empiezan en nostalgia y terminan en cálida esperanza, multitud de emociones sutiles que no se atreven a abandonar sus escondites, pero sientes su presencia. En 1998, River man sería tocada por el pianista de jazz Brad Mehldau con su trío, ahondando en todas sus sutilezas y sacándolas a relucir: si Nick Drake canta desde su habitación mirando al jardín, Mehldau ha instalado su instrumento, lluvia y viento, en pleno campo, acompañado por el contrabajista Larry Grenadier, la quietud, y el batería Jorge Rossi, las hojas caídas.

Nick Drake se suicidó en 1974, con veintiséis años.



1 Comments:

Blogger Ángel said...

Cool!
Que grande es Nick Drake...lástima de genios desaparecidos demasiado pronto...

6/11/05, 16:31

 

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